El tema del que se va a hablar este Miércoles 22 de Diciembre, justo el día que no me va a tocar la lotería, serán «los recuerdos», o el «regreso al pasado» a través de ellos. Tengo la sensación que esta propuesta tiene algo de necesidad de hacer balance entre el dónde estuve y el dónde estoy.
Hay personas que se quedaron ancladas en algún lugar de su vida y vagan, van a la deriva por ese mundo que ahora se les aparece como entre brumas, poco claro y muy difuso. Es como una ensoñación de la que no apetece despertar, porque ahí por lo menos, no se sufre. Pero la prolongación de ese estado de ánimo, acaba llenándolo a uno de vacío, de sin sentido.
También, esa mirada atrás, nos puede hacer sentir mejor cuando vemos que hemos salido de ese pozo sin fondo y lleno de amargura, de la borrachera de melancolía y sentirnos más y mejor constituidos para seguir el camino.
Pero también, esa mirada al pasado nos puede devolver el reverso de la moneda, la nostalgia por la ausencia de tiempos mejores, sobre los que nos inunda el temor, de que posiblemente ya no volverán.
Se suele hablar de las crisis de edad, momentos que coinciden con el traspaso de alguna decena, y que nos hace recordar nuestros anhelos de juventud, y nuestros éxitos o fracasos, viviendo felizmente el momento por los objetivos conseguidos, o sintiendo una profunda depresión existencial, al no encontrar los valores que se supone que se han perdido, y encontrarnos como atados a un presente y un futuro que tememos, no va a mejorar. Es un sentimiento muy fuerte de renuncia a todas esas ilusiones de juventud, que al llegar a una edad, sólo nos reportan amargura.
Es importante entender cuál es nuestro papel en la vida, intentar dar sentido a las cosas que hacemos, no porque les añadamos una condición que no tiene, sino porque sepamos encontrarle su utilidad, su beneficio, o su perjuicio.
Entender cómo se desarrollan esos procesos, no nos hace ni más fácil la vida, ni mejor, pero sí nos permite situarnos en un camino más accesible a nuestras posibilidades y capacidades, no pretendiendo conquistar unas esencias que no existen, y que si alguien se rodea de ellas, es sólo por petulancia y por pobreza emocional. No es más feliz quien más tiene, pues la felicidad es una farsa, sino que lleva una vida más satisfactoria, quien comparte.
Con todo esto, me he desviado bastante del tema, pero es lo que me ha llegado a la mente, casi sin reflexionar en ello.
Esperamos que este penúltimo programa del años sea de vuestro agrado.
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