Este es un tema controvertido, ya que parece que hay diferentes «verdades», cada una tenemos la nuestra.
Como suele ser bastante habitual, a veces los términos nos confunden y hay quien entiende la verdad como la opinión, o con la realidad, lo que confirma que cada cual tiene la suya y en muchas ocasiones contradictorias y opuestas.
Nuestro amigo nikosiano «Gen, el genio», insiste en que «la verdad es inducida» y que «es lo que nos hacen creer los demás…», entendiendo que con «los demás», se refiere a la civilización, los maestros, los especialistas, etc…
El «ex hombre de hojalata» dice que «es más fácil decir la verdad que ocultarla», lo que vendría a dar la razón a esa «sabiduría» popular que dicen que encierra el refranero cuando dice que «se coge antes a un mentiroso que a un cojo», algo que en otros tiempos en los que no había toda la ingeniería destinada a fabricar engaños, podría tener algún sentido, pero personalmente me parece que si fuera así, no estaríamos tan engañadas en cuanto a lo que significa vivir.
Quizás la verdad es la vida y la única verdad absoluta, la muerte. No planteo la vida como verdad absoluta, porque muchas pasamos por fases de muerte en vida, por situaciones de un «sin vivir», por situaciones de vacíos y crisis existenciales, etc…, y eso es algo que no podemos poner en el mismo nivel que la vida.
Pero el tema que se trata es el de «La Verdad», algo que en otros tiempos se planteaban como aquella que había sido revelada por acción divina, en una intención de crear determinada moral que distinguía en términos absolutos, lo bueno de lo malo.
Como leeréis, apenas hemos entrado a hablar sobre «La Verdad», y sospecho porque sabemos muy poco de ella y la única Verdad que conocemos, la eludimos, y preferimos hablar de esas verdades a medias insustanciales y que nos sitúan frente a los demás, y no con los demás.
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