Programa recuperado emitido el pasado 28 de julio, coordina Alberto.
«Las religiones, sus diferencias y coincidencias». Este es el tema que este Miércoles 28 de julio, va a cerrar la programación de Radio Nikosia, hasta su reanudación en Septiembre. Nos tomamos el descansito estival, con un tema que seguramente tiene sus orígenes, casi en el principio de la humanidad. Hay quien propone que han habido prácticas religioso-espirituales que han tenido una especial consideración con las personas que hoy serían calificadas de «locos» y sin embargo, otras que han proferido un maltrato continuado en el tiempo, por considerarlas endemoniadas, poseídas por algún espíritu demoníaco, etc.., y que ese sentimiento de rechazo se ha instalado en el inconsciente colectivo hasta nuestros días.
La visión que tenemos de las otras religiones, está muy deformada. Principalmente se reconocen como religiones, las monoteístas, y muy especialmente el Judaísmo, el Crsitianismo y el Islamismo. Incluso de estas el desconocimiento es importante. Después sabemos de la existencia de otras religiones en la que desde la cultura occidental, llamamos zona oriental del planeta, y en la que reconocemos el Budismo (aunque deberíamos de decir los Budismos), el Brahmaísmo, que confundimos con su versión actualizada en el Hinduísmo, el Shintoísmo, el Taoísmo, etc, entre las cuales algunas son politeístas (creencia en varios dioses), no teístas (no creen en un dios principal o absoluto creador de todo, sino en dioses menores), etc…
Actualmente no se habla de las religiones o espiritualidades animistas, que parece que fueron el origen del resto de creencias. Entre otras cosas, porque el ser humano, cada vez se ha apartado más de la naturaleza y estas creencias, de lo que hablan, es precisamente de las fuerzas naturales a las que les ponen nombres y capacidades muy diversos y diferentes. Tampoco se conoce que otra de las religiones monoteístas y de las más antiguas, seguramente de la que se inspiraron el resto, es el Zoroastrismo, que hacía referencia al culto al fuego y a las antiguas tradiciones mitraicas. En esta religión se tenía en cuenta la lucha constante entre el bien y el mal, pero sin la carga moral que posteriormente le añadirían el resto de religiones monoteístas.
No podemos olvidar que actualmente hay muchas corrientes espirituales que se reclaman portadoras de la esencia de las religiones orientales y que cobran una influencia enorme dentro de un mundo occidental, en el que los valores han perdido el sentido ancestral y los han adaptado a los de la productividad y la posesión material. Como compensación, estas corrientes de influencia oriental que llegan casi todas ellas de los estados unidos, más que un conjunto de creencias, es un negocio para calmar la conciencia angustiada de quienes siguen a pie juntillas los preceptos del capitalismo y creen en la existencia de algún dios o fuerzas creadoras. Muchas de estas corrientes, entroncan con lo que se llama esoterismo y espiritualidad, creando tal confusión, que provoca cierto retorno a las creencias mágicas de la vida. Por lo general, crean comunidades que giran entorno a algún gurú, pero también hay personas que adoptan este tipo de creencias y luego van por libre de una a la otro, según el momento y su circunstancia, justificándose en ciencias antiguas como las mancias (quiromancia, cartomancia, nigromancia, etc…), la astrología e incluso la kábala.
Si el brebaje confeccionado con un solo dios, en ocasiones resulta desolador, este combinado de múltiples experiencias, puede resultar fulminante para algunas personas.
Paul Radin, consideró que la fe religiosa nacía de la neurosis y la inseguridad. Feuerbach desde su materialismo crítico-antropológico, «ha intentado demostrar que la creencia en lo divino, es sencillamente una proyección de la necesidad humana de creer en la existencia de algún plan u orden deliberado -aunque oscuro- detrás de un universo que, por otra parte inexplicablemente, sufre».
O sea, que toda esa espiritualidad, sea a través de un dios o de veintiuno, tiene su origen en la necesidad del ser humano ante el sufrimiento y, como se puede comprobar fácilmente por la situación en la que nos encontramos, a veces el «remedio», es peor que la «enfermedad».
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