El programa de hoy es una invitación a pensar al placer como dimensión amplia de la vida, que se relaciona a experiencias de alegría, energía vital y transcendencia, más allá de la dimensión erótica-sexual. Imaginamos el placer como una brújula que nos orienta hacia lo que nos gusta. Pensamos al placer, a nivel somático, como esta sensación que va hacia el estómago y que ya antes de nosotres, entiende si una cosa es o no es hecha para nosotres. Vamos a hablar del placer como formación, porque no tenemos una educación al respecto; como curación y como adquisición de poder, porque conocer lo que nos gusta deviene una lente a través de la cual observamos todos los aspectos de nuestra existencia, y nos obliga a evaluar con honestidad los significados que estos aspectos tienen en nuestra vida: es decir, ¿qué pasa si no somos más dispuestes a contentarnos de lo que es cómodo, convencional, sin riesgos?
Pero cuidado, amor y sufrimiento se entrelazan y generan traumas, y así entramos en dificultad. El trauma es una experiencia común en muches de nosotres, y muy a menudo relacionada con la experiencia del amor, en la cual se reproducen trauma y sufrimiento. En estos casos la vergüenza se apodera de nosotres y silencia el trauma, lo enmascara. Convivir con nuestros traumas, o con los momentos de dificultad, como si nada hubiera pasado, es un signo de que algo está mal. Una curación es necesaria: necesitamos una cultura en la cual la experiencia común del trauma nos lleve a la normalización del proceso de curación, y necesitamos crear comunidades de cuidado. No tendríamos que sufrir en soledad. Estamos heches para vivir el placer y compartir. Necesitamos de coraje para amarnos y darnos placer.
¿Cuál es la relación entre el placer y las medicaciones?
Las medicaciones, con su poder anestésico, se insinúan entre la capacidad de sentir placer, como sufrimiento, alterando el acceso al placer, la relación con el cuerpo y la percepción de la libido.
Coordina Clara