Tolerancia con las diferencias y con las otras culturas 8 de setiembre

Pudimos recuperar los podcast! aqui os dejo el primer programa de esta temporada emitido el 8 de setiembre, iremos actualizando los programas retrasados de este año. Esperamos recuperar los audios mas antiguos.. tardará un poco.

Este es el tema que abordaremos en nuestro primer programa tras el verano y desde luego, seguramente generará mucha polémica, pues en la puesta en común de ideas ya se vio claramente que hay una polarización hacia dos visiones completamente incompatibles.

La propuesta de este tema, se plantea por la reciente aprobación del decreto que prohibe el acceso de mujeres, a instituciones públicas, con el burka y el niqab, no es otra cosa que usa excusa para aplicar las medidas racistas y xenófobas que tanto se están popularizando en diferentes países de Europa. Tenemos en Francia a Sarkozy y la persecución y expulsión de los gitanos rumanos en particular y de los extranjeros y extranjeras en general, con la excusa de la lucha contra la delincuencia y la seguridad ciudadana. También tenemos a Berlusconi en Italia y sus políticas contra la inmigración que se iniciaron hace más de dos años, proponiendo su expulsión y asegurando que inmigración y criminalidad tienen una relación directa.

En este contexto, hay quienes se posicionan con las medidas de orden y control favorables a legislar las limitaciones de libertades, con el falso argumento de la defensa de los «derechos de la mujer». Y por otra parte, quienes se sitúan en contra del decreto (pero no a favor del bruka o el niqab), porque entienden que estas medidas empeoran la situación de ese reducido grupo de mujeres que utilizan esas prendas, y sobre todo, porque se entiende que la aprobación de este decreto, nada tiene que ver con la defensa de derechos de las mujeres y sí con esas medidas políticas penales y populistas contra la inmigración, y en este caso concreto contra las mujeres inmigrantes y musulmanas (una triple exclusión), y que sólo pretenden distraer la atención del problema real y de otros tan urgentes e importantes (que muchos de ellos también atañen a las personas migradas) que nos afectan a todos, así como los recientes casos de desmesurada corrupción política o la aplicación de recortes de los derechos sociales y laborales que se nos van a aplicar, con la excusa de una crisis que han causado por la desmesura de su codicia y que nos la hacen pagar a todas, señalando a la inmigración como «cabeza de turco» responsable de nuestra situación, cuando en realidad ha sido la gestión de políticos, multinacionales y banca, la que nos ha empujado a ese abismo desolador.

Aprobando un decreto como este, no sólo los políticos recuperan la simpatía de quienes sienten aversión por las personas migradas y sus culturas, sino que además se abre la puerta a la aplicación de medidas excepcionales que basan su lógica en la arbitrariedad y el buen o mal humor del funcionario de turno. Actualmente en Barcelona, el número de mujeres que utilizan el burka, es ínfimo; y las que utilizan el niqab son algunas más, pero no es significativo. Y sorprende que los políticos utilicen su tiempo en hacer decretos de este tipo que forman parte de una legislación adicional, dirigida contra personas y colectivos muy concretos. Hay que recordar que Barcelona ha sido pionera en la aplicación de normativas cívicas como las que impiden a los músicos tocar en la calle, las que persiguen a los manteros y los lateros (vendedores de bebidas en fiestas populares, que en su mayoría pertenecen a la comunidad hindú), las que persiguen, no a la prostitución, sino a las prostitutas (sin embargo protege la prostitución), etc.

Este tipo de políticas, son las mismas que pretenden regular el espectro radiofónico para la emisión a través de las radios libres y no comerciales, legislando de manera que sólo las grandes empresas tengan acceso al espacio de emisión radiofónica y poniendo en riesgo de desaparición los proyectos de radios libres existentes y que llevan emitiendo ininterrumpidamente desde hace años, sin reconocer su labor y su función; silenciando así, todas las voces que no tienen cabida en los medios oficiales y comerciales.

Quizás pueda parecer que lo que acabo de plantear aquí, sean cosas muy diferentes y que no tengan nada que ver la una con la otra, pero estoy convencido que hay una relación muy evidente, y no sólo porque se legisle para prohibir toda una serie de actividades o utilización del espacio público, ya sea inmobiliario o espectral, sino porque además en el fondo tienden a una misma esencia, que no es otra que la uniformidad, el crear fronteras invisibles en las que se trace la separación de «lo normal» y «lo anómalo» o «ilegal». Precisamente, las personas que hemos tenido que ver de alguna manera con algún aspecto de la salud mental, ya sea como diagnosticadas, usuarias, familiares o profesionales, y que intentamos cambiar esa visión que se tiene de la «enfermedad mental» y de las personas «enfermas mentales», no nos tendría que pasar desapercibidas estas formas de exclusión y estigmatización, pues las hemos padecido directamente y deberíamos de reconocerlas sin ningún tipo de dudas o confusión, por mucho que las revistan de medidas de defensa de los derechos de la mujer, que dicho sea de paso, este decreto se ha redactado sin contar con las mujeres y sin tener para nada en cuenta la opinión de las afectadas. Se me ocurre que, como en lo que llaman «enfermedad mental», se vuelve a actuar en contra del síntoma (la mujer que utiliza una prenda en concreto), y no contra la «enfermedad», el integrismo; aplicando una legislación que encierra un fundamentalismo racista y xenófobo, tan totalitario como el que pretende erradicar, y eso debería de traernos al recuerdo otras prácticas genocidas más letales y brutales que estas, pero con un mismo fin.

Para documentar los derechos humanos que dicen respetar estos decretos, no sólo nombrar el enorme gasto público, que sale de nuestros impuestos, que se ha utilizado en estas últimas fiestas populares del barrio de Gracia, con un enorme despliegue de mossos de esquadra, para la detención de casi 300 personas que vendían bebidas más baratas (los llamados «lateros»), a algunas de las cuales ya se les ha decretado orden de expulsión, o el desalojo de un asentamiento de inmigrantes africanos, por parte de la policía francesa de Sarkozy, con la excusa de que les quería facilitar un alojamiento digno, cuando lo que se estaba gestando, era un proyecto inmobiliario. Sólo hay que ver las imágenes para entender que cuando hablan de «derechos humanos», no se refieren exactamente a los derechos que tenemos todas las personas independientemente de su condición, sino de los derechos de las oligarquías y sin importarles para nada las personas. Dicho esto, concluyo diciendo que vayan a otra parte con el cuento que el decreto del burka y el niqab lo hacen para proteger los derechos de la mujer. Y aunque en la preparación de este tema, en Radio Nikosia se han creado dos grupos, unos a favor y otras en contra, en lo que sí coincidimos todas, es en que no estamos a favor ni del burka, ni del niqab, aunque entendamos de forma diferente la defensa de los derechos.